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Adicto a los Adictos

DEUDA SOCIAL

 

                

                    El sector educativo tiene una deuda con la sociedad.

 

La tolerancia y la permisividad con el expendio y el consumo de drogas, toca a la puerta de los establecimientos educativos.

 

Permisividad porque sabe y tolera el expendio de sustancias alrededor de las puertas de ingreso a los establecimientos; permisividad con la distribución de sustancias adictivas dentro de los mismos planteles. Tolerancia con el consumo de sus alumnos, docentes y personal administrativo.

  

Ignoro la situación de diferentes países. Pero me refiero al caso de Colombia y en particular a la ciudad de Bogotá.

 

En los patios de los colegios, de muchos colegios, los alumnos fuman marihuana, consumen cocaína, basuco, pepas, e incluso alcohol. Al interior de los planteles alumnos comercian sustancias. Y no son pocos los casos en los que personal administrativo y docente participa como los mismos estudiantes. En las zonas aledañas es sabido que se expenden sustancias en los puestos de dulces y cigarrillos. No se necesita señalar lo que las autoridades educativas saben por el testimonio de sus alumnos. Y de no saberlo, sería fácil identificar esos puntos y personas distribuidoras con preguntar, indagar y plantear el tema en los salones de clase, de manera oral o por escrito a los estudiantes. Son secretos a voces.

 

En el caso de las Universidades el espectáculo está a la vista en Bogotá. Todos los días, pero los viernes y sábados en particular, a los alrededores de las universidades son evidentes los grupos de estudiantes consumiendo licores y desde luego el ambiente propicio para la distribución y consumo de sustancias adictivas adicionales.

 

Saben los profesores que sus alumnos ingresan a las aulas bajo efectos de alcohol y sustancias. Lo saben las autoridades académicas y lo atestiguan los mismos estudiantes. En las Universidades privadas y en las públicas, no se distinguen unas de otras.

 

Algunas universidades han planteado el tema como preocupante y se refieren a fenómenos anexos: tendencia al suicidio, crisis depresivas, deserción a causa de intoxicaciones asociadas con consumo de alcohol y otras sustancias adictivas.

 

En una clínica psiquiatrita de Bogotá, en el mes de enero,  de una población de veinte estudiantes internos, 4 provenían de un mismo colegio, por adicción o depresión. A los cuatro anteriores se sumaban 3, para un total de siete internos provenientes de colegios bilingües. Y de los veinte internos, 15 estudiantes de bachillerato y del nivel universitario. Esta pequeña muestra, significativa aunque sea focal, debe prender las alarmas. Alarmas rojas.

 

El sector educativo no puede descargar la responsabilidad sobre el asunto en los padres de familia, en los mismos alumnos o en las esferas de la salud pública. El sistema educativo es corresponsable con la tolerancia al consumo. No conozco una sola entidad de educación superior que tenga en su reglamento una sanción efectiva para la distribución o el consumo de sustancias adictivas.

               ¿Alguna de las entidades de educación superior realizan labores de divulgación y prevención de consumo?  

¿En los reglamentos estudiantes está previsto el tema y las consecuencias que la entidad aplica a quien consume? O, ¿Será una propuesta que lesiona la autonomía de las personas?

 

¿Los contratos con administradores y docentes tienen previsto sanciones para los consumidores de sustancias adictivas? ¿Puede considerarse que es indiferente para la entidad el consumo de sustancias por parte de su personal.

 

Desde luego el manejo del tema no es solamente represivo. Es un todo articulado que corresponde a muchas instituciones de la vida social. Nos referimos a una de ellas, a una institución clave.

 

Un estudiante de una universidad privada de primera línea me afirmó hace poco que la pregunta no era si en su facultad había consumidores de drogas. La pregunta correcta era: ¿Acaso quien no consume en mi facultad? Podrá ser exagerada la expresión, pero refleja un sentimiento ambiental de aplauso y tolerancia al consumo de drogas como algo que hace parte de nuestro día a día.

 

Tiene el sector educativo, y el universitario en particular, alguna responsabilidad en el avance generalizado del consumo. En nuestra sociedad hay experiencias suficientes de los efectos y consecuencias con la tolerancia con procesos erráticos de conductas sociales.

 

Y una pregunta, ¿Tiene la Universidad, la comunidad universitaria alguna responsabilidad social y ética con el consumo? 

Me temo que la Universidad tiene una deuda social muy seria. Las deudas son para pagar o empezar a pagarlas.

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