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Adicto a los Adictos

ES FACIL y ES TAN DIFICIL.

 

 

Es fácil y es tan difícil. Sin desconocer las teorías de los cerebros en compulsión como son los de los adictos a las drogas, sin desconocer tampoco la maraña de sentimientos y las blindadas relaciones entre el consumo y la ausencia de realidad, los testimonios de quienes abandonan el consumo activo muestran una doble cara.

Los testimonios multiplicados de quienes abandonan el consumo activo, son dos polos de reflexión resumidos en es FÁCIL, es tan DIFÍCIL.

Muchas veces abandonar el consumo puede ser la opción tardía e inútil en términos de una vida funcional.  Es recurrente escuchar acerca de sus últimos días de consumo, la temporada final dentro de la imprecisa vida del adicto. Cualquiera que sea la circunstancia productora de la ruptura con el consumo, el testimonio general apunta a señalar el final del consumo similar a la apoteosis del caos y la sensación de encontrarse en un despeñadero, en el fondo de un abismo. Se habla de diferentes fondos, del fondo al que cada uno debe llegar para decir un ¡Basta Ya! Un adjetivo común es el de aceptar la derrota.  

Silvia, una chica inteligente y vivaracha, alcohólica y drogadicta, refirió que sus últimos meses de consumo se asimilaron a la sensación de transito por un túnel, pero un túnel cada vez más oscuro, teñido de negro. Un buen día decidió, sintió o percibió que su final era la muerte al concluir el viaje por el sendero de la oscuridad. Alguien la llevó a NA. Asistió con la desconfianza de la falta de convicción, la certeza de la imposibilidad para encontrar allí solución a su drama y para el final que presumía dentro de su adicción. Los locos de NA, las ilusiones prometidas por NA le sonaron a palabras de monjas, tan inútiles como ineficientes. Sin embargo,  más por fatiga que por convicción, se dio una tregua en el abuso de sustancias; se permitió asistir a las reuniones y en cada una de ellas, confiesa, sintió más desconfianza de las promesas de NA y en cada una de ellas observó a hombre y mujeres de NA como seres casi extraterrestres, fundadores de una ilusoria secta de promesas y autoengaños. Tuvo la oportunidad de asistir a psicoterapia; pasadas unas sesiones, el psicoterapeuta le recomendó complementarla con asistencia a NA y la invitó a aplicar la guía de los 12 pasos. Dejó el compromiso terapéutico, pues la recomendación le pareció provenir de un profeta de los mesiánicos NA.

Poco tiempo después recayó en el consumo y en el curso de días regresó al túnel helado, cada vez más oscuro y sórdido. Ante la atormentadora inminencia de la muerte, se dio la oportunidad de volver donde los promeseros y comenzó su recuperación, regresó a la terapia y explica ella, que fue trabajando los 12 pasos, con desconfianza primero, asistiendo como observadora de sospechosas ilusiones a las reuniones de NA y dice ella “no se cómo, pero me funcionó hasta cuando fui capaz de declararme y rendirme: YO SOY UNA ADICTA… 

José Luis, en la misma reunión, 25 años. Sumido en una esquizofrenia producto del abuso de cocaina, vive ahora dependiendo de fármacos antipsicóticos, sin esperanza diferente a controlar su enfermedad mental. Sin concluir la educación media, sin posibilidades de avanzar en una vida funcional. Explica su historia como una búsqueda de muerte, innecesario rechazo a su condición de persona privilegiada en la sociedad, al rechazo consciente de toda opción de sobriedad, a la negación permanente de los riesgos del consumo y a la voluntad expresa de conservarse como consumidor. La enfermedad mental lo condujo a su condición de minusválido social. En medio de su dramática situación, asiste para animar a sus colegas de NA para que se mantengan lejos del consumo activo.

Después de escuchar los dos testimonios, entendí, o traté de entender la misteriosa simplicidad del primer paso de la recuperación y la más dolorosa verificación de lo difícil que resulta tomar la decisión de salir del marasmo, –a veces tardía e irreparable-.

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