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Adicto a los Adictos

DEL PARAISO AL INFIERNO.

 

 

Del paraíso al infierno. De los paraísos artificiales proporcionados por la droga, iniciales fuentes de placer, el drogadicto transita hacia el infierno. Cada vez más acentuada la experiencia. Consumen para evadir, para aislarse del mundo, para vivir momentos de éxtasis y los despertares son tenebrosos infiernos, plagados de dolor, de arrepentimientos, de culpas, de resentimientos, de iras crecientes contra la sociedad, contra las personas y contra los seres queridos.   Muchos de ellos, una buena proporción, refieren el dramático encuentro con las alucinaciones. Los delirios sustituyen al placer y el proceso atrapa al adicto a consumir con mayor frecuencia o mayores cantidades para ahuyentar los demonios de la mente. Alucina en el consumo y despierta con la carga de la alucinación; la ahoga en mayor consumo. Una espiral difícil de controlar. Por eso se dice que uno de los destinos a los que conduce la adicción es el hospital.

Desesperados, con frecuencia, desean el suicidio como alternativa. Otro de los destinos de los drogadictos, la muerte.

Y los parientes cercanos, pasadas unas semanas de hospitalización, observamos la recuperación física de nuestro ser querido y escuchamos sus testimonios del infierno al que llegaron y al cual no quieren regresar.

Muchos caemos en la trampa. Pensamos y nos sentimos reconfortados: nuestro adicto, viajó al infierno y no quiere regresar a él. Una y otra vez reincidirá en el consumo y llegará cada vez con mayor rapidez al infierno.  También despiertan de sus viajes al infierno con el sufrimiento cuando han caminado por la violación del código penal bajo los efectos de las drogas. Uno de los destinos conocido de los drogadictos. La cárcel.

En nuestras sociedades, los adictos tienen un cuarto destino conocido. La calle. El costal. La mendicidad. Por voluntad propia o por la expulsión del núcleo familiar, el drogadicto se ve sometido a la indigencia en las calles. En ellas padecerá los mismos tres destinos: la cárcel, el hospital o la muerte.

Quizás los seres cercanos a los adictos, en las primeras etapas, no dimensionamos la terrible realidad de los destinos de los drogadictos. Asistir a título de información a una buena cantidad de sesiones de Narcóticos Anónimos nos revelará la crudeza real de los destinos de los drogadictos. Y nuestro ser querido, él también transita o transitará por la autopista que conduce a la cárcel, al hospital, a la calle, o a la muerte. Un adicto recuperado me decía, “somos tan de mala suerte los adictos, que la promesa de la muerte es la de una muerte muy lenta, muy prolongada, muy dolorosa; rara vez rápida, cuando no es por sobredosis.”

Duele, es doloroso el viaje al infierno. Doloroso para el adicto y para los seres queridos que presencian el descenso a la caverna.

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