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Adicto a los Adictos

PACTOS DE MUERTE

 

 

 

Los drogadictos establecen su primer pacto de muerte con los colegas de consumo. Entre ellos se pasan la información sobre las sustancias. Conocen de sus poderes y las promesas de viajes a paraísos y las experiencias de estados de conciencia novedosos. Ahí comienzan, ahí en esos viajes, comienzan a fortalecer el egocentrismo necesario para convertirse en verdaderos adictos. Las experiencias denominadas místicas con hongos. La sedación con la perversa marihuana, la exaltación aspirando cocaína o el paso al basuco, para mantenerse dopados y desconectados de toda realidad. No extiendo la lista de sustancias que llevan a los adictos a diferentes estados de conciencia, según ellos.

 

Los consumidores se apañan entre ellos. A medida que avanzan en el consumo, sólo entre ellos se sienten entre iguales. Entre ellos pareciera establecerse un vínculo sagrado, un pacto de lealtades y una hermandad solidaria. No se sabe de colegas de consumo que visiten los hospitales o las cárceles a donde llegan solitarios los consumidores. No son los colegas de consumo quienes asisten el dolor y la tragedia interior del adicto.

 

Los “JÍBAROS”, traficantes de muerte, se constituyen en el eslabón que une el consumo con el comercio sórdido de las sustancias. Proveedor de sustancias, traficante de objetos, intermediario en el comercio sexual para facilitar a los adictos el acceso a las dosis buscadas. Los nexos entre el adicto y sus proveedores están signados con un verdadero mecanismo de muerte. No hay límite moral o legal que no estén dispuestos a traspasar los unos y los otros para mantener activo el comercio y vivo el consumo.

 

Pero en la cadena de pactos de la muerte, la más tenebrosa es la familiar. El pariente del adicto que cohonesta el consumo.

  

Cónyuge, hijo, padre o madre, hermano o familiar, siempre uno de ellos dispuesto a sabotear el proceso de recuperación del adicto. Siempre listos para abrir la puerta que el adicto busca traspasar para regresar al consumo. El perverso mecanismo del pacto de muerte es tan elemental como que, algún miembro de la red familiar, en una torpeza primero y en desconocimiento después, facilita todas las evasiones necesarias para el adicto. Dinero, actos permisivos, desafío a quienes ponen barreras y condiciones para que el adicto se recupere.

 

No dudo en pensar que, entre los pactos de la muerte, el más perverso lo establecen entre el mimbro permisivo de la familia y el del adicto. Más perverso, porque entre adictos resulta lógico que se apoyen en su locura. Más perverso, porque entre adicto y traficante se establece un nexo explicable. Pero el inexplicable e injustificable pacto de muerte se establece entre alguien de la red familiar y el adicto condenado al dolor y al sufrimiento.

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